Jornada de festejos y reflexión

125 años del Hogar Naval Stella Maris

Cada celebración tiene siempre un eje principal, que es lograr la unión de quienes creen en algo, alguien o algún valor. Por esto, el 125º aniversario del Hogar Naval Stella Maris logró reunir en la Avenida Juan B. Justo, un nutrido grupo de personas que hacen el bien por elección y convicción.

Imagen foto_00000002Usualmente, toda celebración invita a conmemorar un momento fundacional y ésta no fue la excepción. Así, el inicio estuvo a cargo de Monseñor Germán Carmona, Capellán Mayor de la Armada, quien ofició la Santa Misa en la capilla del Hogar. "Se trata del aniversario de un servicio que se funda en la caridad; no como benevolencia, sino como un amor que se prodiga", expresó.

La advocación a la Virgen a través de su imagen Stella Maris, puso fin a la ceremonia religiosa, abriendo paso a un nuevo momento donde celebrar significaría enaltecer. Enaltecer un valor sobre el que la comunidad del Hogar Naval trabajó durante todo 2016: la paz.

Proyecto fundado en las premisas que impulsa el Papa Francisco, "Convivencia a la paz" implicó el trabajo y compromiso tanto de los niños como de los docentes. Frases reflexivas sobre la temática, un mural que representa con manos de colores un árbol y mil grullas de papel flotando en el techo.

El ambiente se inundó con las melodías irlandesas ejecutadas en una gaita mientras en el centro del patio del Hogar se plantó un olivo en crecimiento. Dicho árbol representa un llamado a educar para la paz y la esperanza.

Imagen foto_00000001El acto de recordar tuvo su merecido lugar en esta celebración. Colaboradoras de la Asociación, egresados de la institución, alumnos y docentes, se predispusieron a rendir un homenaje a quienes dejaron una huella en el Hogar Naval. Todos ellos sostienen que, desde su fundación en 1891 cada persona fue, es y será protagonista de una institución solidaria desde sus cimientos.

125 años no pueden ser pensados como historia, sino como la siembra permanente de propósitos y compromisos, que se renuevan con cada niño. Esto implica un esfuerzo incansable y sostenido que siempre estará direccionado a otro que lo necesita; es ahí donde radica la verdadera solidaridad.