Derrotero del Almirante - Octubre de 2016

Para un país con uno de los litorales más extensos del mundo, existe una obligación de ver en el mar, el motor fundamental que lo impulse hacia un desarrollo sustentable y consolidado. Las enormes extensiones marítimas que tiene Chile, obligan a tener una política oceánica coherente y adecuada, para poder maximizar los beneficios que este mar nos entrega. En ese orden de cosas, es misión de nuestra Institución el salvaguardar la soberanía de nuestro mar, y ante esa imposición del Estado, la Armada cuenta con su principal Fuerza Operativa, como es la Escuadra Nacional.

La visión de O'Higgins siempre tuvo en su ideario la imperiosa necesidad de contar con un Poder Naval que sustentara la libertad de Chile, por lo cual ordenó preparar una f lota de buques de guerra que protegiera las costas de la naciente República, teniendo frescas las experiencias de los desembarcos, sin oposición, de las tropas españolas de Pareja y Osorio, en el sur de nuestro país. Ese primer esfuerzo, que tuvo un feliz comienzo con la audaz captura de la fragata María Isabel, sentó las bases de lo que hoy, luego de prácticamente dos siglos, es nuestra Escuadra: una flota con un alto nivel operativo, potente, moderna y con dotaciones preparadas para maximizar el rendimiento de los buques que la conforman.

Este mes, en que celebramos 198 años del primer zarpe de la Escuadra, debemos hacer el ejercicio de recordar las motivaciones por las cuales nació nuestra flota, y que sea ese mismo espíritu el que impere en el diario accionar de los Oficiales y Gente de Mar que tripulan las unidades que son parte de ella.

Por otro lado, el 8 de octubre también recordamos una de las más importantes victorias de nuestra Escuadra, como fue la captura del Huáscar en la batalla naval de Angamos, acción que inclinó la balanza de la victoria hacia las armas chilenas durante la Guerra del Pacífico. Esa trascendente efeméride fue elegida por la Armada para celebrar el Día del Suboficial Mayor Naval, en un justo y merecido reconocimiento a quienes, luego de toda una vida al servicio de la Patria, alcanzan el máximo grado de nuestra Gente de Mar.

Ser Suboficial Mayor es un privilegio y un honor que pocos alcanzan; por ello, quienes portan el galón ancho en su manga deben ser considerados, legítimamente, una guía para las generaciones más jóvenes, que deben ver en esos "viejos lobos de mar" un ejemplo de profesionalismo, vocación de servicio, amor a la Patria y esfuerzo, en aras del cumplimiento de la misión encomendada. Asimismo, la responsabilidad que recae en los Suboficiales Mayores es relevante, ya que deben hacerse cargo de toda la tradición que el grado implica, tanto con sus subalternos, como con sus pares y sus superiores.

Vaya para los Suboficiales Mayores Navales, tanto en servicio como en condición de retiro, mi más afectuoso saludo. Sepan que son parte de una tradición naval más que centenaria y de la cual nos sentimos orgullosos.


Almirante Enrique Larrañaga Martin
Comandante en Jefe de la Armada