Manos que se unen en el mar
2005 fue un año importante para las Armadas de Chile y Argentina: por primera vez se embarcaron dos promociones completas de guardiamarinas de ambos países para realizar juntos el viaje de instrucción naval en el Buque Escuela “Esmeralda”, en coincidencia con el festejo de su 50º aniversario.

El crucero combinado reunió a 42 marinos argentinos de la promoción 134° de la Escuela Naval Militar junto a 75 guardiamarinas egresados de la Escuela Naval “Arturo Prat” y 55 marineros de la Escuela de Grumetes de la Armada de Chile.
El viaje duró 169 días, de los cuales 112 transcurrieron en el mar. Partieron el 13 de marzo desde Valparaíso y regresaron el 28 de agosto. Visitaron 14 puertos de América: Iquique (Chile); El Callao (Perú); Guayaquil (Ecuador); Rodman (Panamá); Cartagena de Indias (Colombia); San Juan (Puerto Rico); Miami, Norfolk y Boston (EEUU); Salvador y Río de Janeiro (Brasil); Buenos Aires (Argentina); Punta Arenas y Valparaíso (Chile).
El curso de guardiamarinas argentinos se dividió en dos: un grupo de 21 cadetes hizo el primer tramo desde el puerto de Valparaíso al de Norfolk; y el segundo grupo, también de 21, navegó el trayecto de regreso. Los argentinos alternaron el viaje entre la “Esmeralda” y la corbeta ARA “Spiro” de la Armada Argentina, que hizo un itinerario similar.
Los Tenientes de Fragata argentinos Luciano Caudana (Infante de Marina) y Bernardo Spago (Comando Naval) viajaron siendo guardiamarinas en comisión, cada uno en un tramo. También era guardiamarina en esa fecha el Teniente 2º chileno Ignacio Villavicencio.
Ecos de un viaje inolvidable

Actual dotación de la Fragata “Lynch” de la Armada de Chile, el Teniente Villavicencio recordó del crucero: “Fue una experiencia enriquecedora en todo sentido, por la oportunidad de conocer la formación de nuestros camaradas de Argentina y de intercambiar visiones y experiencias de vida”.
“Era un viaje trascendental, pero en ese momento no lo percibíamos del todo”, adelantó el Teniente Caudana, destinado actualmente en la Escuela de Suboficiales de la Armada Argentina.
A lo que el Teniente Spago, hoy destinado en el destructor ARA “Brown”, agregó: “Desde el punto de vista personal fue una experiencia muy buena porque hice muchas amistades y profesionalmente, al conocer cómo trabajan, uno tiene la confianza de saber cómo navegan; y ese conocimiento es recíproco. Además de mejorar la organización, la comunicación, la manera de relacionarnos y la confianza mutua”.
Por su parte, el Teniente Villavicencio destacó el respeto, afecto y gran calidad humana que guarda como recuerdo de sus camaradas argentinos hasta el día de hoy, como también “la organización que se implementó a bordo y fue la clave para que el viaje fuese exitoso: trabajamos en forma íntegra y fusionada en todas las actividades desde muy temprano, con el mismo grado de exigencia”.
Los guardiamarinas argentinos hacían guardias de puente, cubiertas bajas, navegación, máquinas y contramaestre; había un sistema de guardias completo e integrado. “Dormíamos cabeza con cabeza en el mismo sollado y comíamos juntos en el mismo comedor. No sólo compartimos las clases, compartimos la vida a bordo”, completó el Teniente Spago.
Todos recuerdan alguna anécdota del viaje. “Cuando fui designado como Oficial observador en el AT F ‘Lautaro’ --para la Patrulla Antártica Naval Combinada de este año-- el Segundo comandante de la embarcación era el Teniente 2º Valentín Soto, con quien habíamos hecho el viaje juntos. Y al llegar a una de las bases antárticas chilenas me encontré con un amigo, el Teniente 2º Rafael Quijada, de quien conservo este traba corbata que me obsequió durante ese viaje”, señaló el Teniente Spago.

Como integrante de la Plana Mayor de la “Esmeralda”, entonces Segundo Comandante y actual Jefe del Estado Mayor del Comando de Operaciones Navales de la Armada de Chile, el Capitán de Navío Guillermo Lüttges evaluó: “Se conformó un excelente espíritu de camaradería que se reflejó durante las singladuras y estadía en los puertos extranjeros. Tanto instructores como guardiamarinas argentinos se integraron plenamente, permitiendo potenciar la instrucción de ambos oficiales y aprovechando las ventajas de los procesos de instrucción previos de cada uno. Participar en la instrucción de nuestros jóvenes oficiales fue una instancia de gran motivación”.
A partir de aquella experiencia, todos los años una delegación forma parte de los viajes de la Fragata ARA “Libertad” y un grupo de cadetes argentinos hace lo propio en el Buque Escuela “Esmeralda”. Para marinos argentinos y chilenos, cooperación, integración, hermandad, intercambio, amistad y camaradería, son más que palabras, son vivencias compartidas que los acompañarán a lo largo de toda su carrera.